sábado, 21 de febrero de 2015

Nuevos retos para la universidad


Darío Valencia Restrepo

La universidad de nuestro tiempo enfrenta diferentes desafíos pero a la vez estos constituyen oportunidades que la institución puede aprovechar si define su misión y abandona prácticas que han perdido vigencia. 

La irrupción del mundo digital

La educación abierta avanza a pasos gigantescos en buena parte del mundo. El Instituto Tecnológico de Massachusetts la inició cuando en 2000 decidió empezar el proyecto de llevar a internet su material educativo. Y lo hace en forma gratuita. Una estadística reciente anunciaba que unos 2.200 cursos se encontraban ya en la red. En 2013, ese proyecto recibió más de 27 millones de visitas.

Sólo en el largo plazo se podrán conocer los reales efectos de la educación abierta sobre la universidad tradicional, pero es un hecho  que la institución ya experimenta las primeras consecuencias. 

Como se sabe que entre nosotros la clase magistral sigue predominando, conviene señalar que ella es un recurso excepcional; por ejemplo, para la exposición de un gran profesor ante un grupo numeroso, seguida luego del trabajo de asistentes o monitores con grupos mucho más pequeños.

Un método recomendable es el aprendizaje colectivo en pequeños grupos guiados por el profesor. Además, como la capacidad de aprender tendría que ser uno de los resultados principales del proceso educativo, es imprescindible crear una cultura del aprendizaje. La era digital ha permitido que internet facilite la creación de comunidades y redes sociales de todo tipo. Y ya se experimenta con las comunidades para el aprendizaje colectivo.

La tecnología actual permite al profesor señalar a los estudiantes con anticipación a la respectiva clase la información básica que podrán encontrar, además de la proporcionada por libros, en sitios de internet generales o establecidos por el propio profesor con sus presentaciones, documentos, notas de clases y ejercicios. La clase se convierte entonces en un escenario para que el profesor discurra sobre aspectos centrales y difíciles, efectúe las grandes síntesis del temario, responda inquietudes, calibre el progreso del grupo y facilite la discusión y los aportes de los estudiantes. 

La globalización de la universidad

Se viene acentuando el carácter internacional de la universidad contemporánea, pues así se desprende de tendencias como las siguientes: más de tres millones de estudiantes están registrados en universidades fuera de su país de origen, un aumento del 57% sólo en la pasada década; datos recientes estiman en más de 160 las subsedes abiertas en diversas partes del mundo, sobre todo por grandes universidades; y crece la educación gratis por internet, como ya se vio.

Ha aparecido lo que podría llamarse el capitalismo académico, en el cual el mercado define la relación entre educación y empleo. Ya la educación no se trata como un bien social colectivo sino como un bien individual para el éxito económico personal y como una mercancía del mercado de la educación global. En ese nuevo capitalismo todo gira alrededor del lucro que proporcionan las inversiones en capital humano. Se vislumbra ya la aparición de la universidad global con sentido corporativo.

Un nuevo campus universitario

El campus universitario no puede seguir siendo el mismo. Hay que abandonar la clase magistral como recurso casi exclusivo y sustituirlo por un aprendizaje más activo. Lo presencial tiene que complementarse con el trabajo del estudiante por fuera de la clase o el laboratorio, en particular con la ayuda de internet. 

Lo presencial sigue siendo vital para la relación interpersonal cara a cara, la apropiación del conocimiento tácito, los encuentros en bibliotecas, cafeterías o corredores, el disfrute de actividades culturales, exposiciones, conciertos, cine, conferencias... 

Pero internet y los multimedios en el computador constituyen una oportunidad para descargar al profesor de una tarea rutinaria, de modo que el docente pueda dedicar más tiempo a los pequeños grupos de estudiantes, al trato interpersonal, a la crítica y a la síntesis.  

La eliminación o disminución de humanidades, artes y ciencias sociales

Existe una tendencia internacional, incluso en nuestro país, a debilitar o suprimir la formación en artes, humanidades y ciencias sociales en el ámbito universitario, en razón de que ella no se considera rentable en una academia que cada vez se orienta más por las señales del mercado, la competitividad en un mundo globalizado y la preparación para los negocios. 

Con propiedad señala Martha C. Nussbaum, en su libro “Sin fines de lucro – Por qué la democracia necesita de las humanidades”, que las materias de ciencia y tecnología se deben impartir con la mayor calidad, pero no debe olvidarse que con la formación en artes y humanidades se pueden adquirir las capacidades de desarrollar un pensamiento crítico, de trascender las lealtades nacionales y afrontar los problemas internacionales como “ciudadanos del mundo” y de imaginar con compasión las dificultades del prójimo. 

Hoy más que nunca es indispensable el estudio riguroso de la historia para entender el presente, así como el aporte de filósofos que no escriban sólo para sus colegas sino también para los seres comunes y corrientes que intentan dar sentido a sus vidas y que buscan respuestas ante las incertidumbres y desastres del mundo actual.

Es fácil vislumbrar la importancia de un semestre de filosofía dedicado a la discusión con los estudiantes por parte de un profesor que adopte el método socrático para estimular la argumentación. Son muchos los temas vitales de nuestro tiempo que podrían ser planteados como preguntas. Y sería también una oportunidad para discutir el comportamiento ciudadano a la luz de la ética, el Derecho y la cultura.

Recomendable es un curso de historia para dar contexto a las preguntas y a las respuestas; conocer elementos de la trayectoria del propio país, de la región y del mundo; tratar de entender y comparar críticamente culturas diferentes a la propia; y asimilar las múltiples lecciones que encierra el relato y apreciación de acontecimientos del pasado.

Nuevos énfasis de la investigación y la docencia

La investigación debe ser el centro de la actividad académica, pero no a costa de la docencia y la extensión sino para enriquecerlas. No son aceptables los profesores que sólo investigan y se niegan a dar clase o a dirigir trabajos de grado o tesis. Los mejores profesores deberían contribuir a formar los estudiantes que llegan del bachillerato con una gran desorientación, en especial para ayudarles a definir su verdadera vocación.

La extensión ha sido tradicionalmente la cenicienta cuando se habla de las tres funciones clásicas de la universidad; sin embargo, ha cobrado sustancial importancia en los últimos años como mediadora de la relación con la sociedad.

Pero se trata de una comunicación de doble vía pues la universidad aprende en su contacto con el exterior al familiarizarse con los problemas de la sociedad a la cual se debe. Y ese conocimiento será importante para informar la docencia, la investigación y los estudios.

Conclusiones

En primer lugar, es fundamental definir la idea de universidad en los tiempos que corren, caracterizados por la globalización y la irrupción de tecnologías de información y comunicación. Esa idea tiene que señalar los cambios indispensables para sustentar ante la sociedad la vigencia y legitimidad de la institución.

La universidad tiene que seguir siendo sede del pensamiento crítico, tanto frente a fenómenos nacionales o locales como frente a lo que ocurre en su interior, pero no debe limitarse a la crítica sino a la vez hacer aportes y apoyar iniciativas del Gobierno o de la sociedad que considere de interés;  propiciar la discusión permanente entre ideas o concepciones opuestas, siempre que se respeten unas reglas superiores a las partes; mantener permanente comunicación y ojalá interacción con grupos y centros de investigación del mundo, así como una apreciación de los fenómenos sociales de cada tiempo; y conservar su tradición escrita, depurada por el tiempo, pero a la vez emprender o proponer con su fuerza de la razón las acciones transformadoras que se consideren apropiadas. 

Tarea central de la universidad contemporánea es propiciar el acercamiento y la interacción entre científicos y técnicos con humanistas y artistas. Una posibilidad es fomentar en concreto el trabajo interdisciplinario mediante la reunión de estudiantes de diferentes profesiones o disciplinas para que analicen un problema o conciban y diseñen un proyecto.

Sigue siendo un reto el centrar la universidad en la actividad investigativa, pero con el fin claro de enriquecer la docencia y la extensión. Y que no es aceptable la existencia de profesores que sólo investigan o que sólo dan clases. Se requiere que los mejores profesores orienten a los nuevos estudiantes. Y el desiderátum es que todo profesor, en la medida de lo posible, participe en el desarrollo de las tres funciones clásicas de la universidad.

Es imperativa la necesidad de investigar sobre los métodos docentes, en particular averiguar el real efecto de la universidad global y de los aprendizajes con la ayuda de internet.

Cuestión central de la educación debería ser una formación para la democracia y el ejercicio de una ciudadanía independiente, responsable e informada, consciente de los procesos sociales y partícipe en el debate político. 

No parece necesario insistir más en la importancia de las humanidades, las ciencias sociales y las artes en la vida académica y extraacadémica. Sólo agregar que debe concederse gran valor al estudio de la economía y de la economía política, y que la formación artística estimula atributos básicos de utilidad para la vida social y en particular también para las diferentes profesiones. El estudio y práctica de actividades como música, danza, cine y teatro facilita el trabajo en equipo, la  comunicación con otros y las habilidades creativas y de innovación, todo ello transferible y aplicable a otros campos. A su vez, los talleres de artes visuales permiten entender realidades y relaciones no expresables cuantitativamente o en palabras. Y es necesario reconocer que el arte cumple también una función de conocimiento y de crítica.

El anterior texto resume una extensa conferencia (http://tinyurl.com/retosuniversidad), que plantea cómo debe enfocarse la academia en el mundo contemporáneo. Publicado originalmente en el diario El Mundo de Medellín el 21 de febrero de 2015.
Darío Valencia Restrepo es ingeniero civil de la Facultad de Minas y se desempeña como consultor independiente. Posee títulos de posgrado en matemática de la Universidad Nacional de Colombia y en recursos de agua del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Fue rector de la Universidad de Antioquia, gerente general de las Empresas Públicas de Medellín y rector de la Universidad Nacional de Colombia.

jueves, 5 de febrero de 2015

Reza Aslan

En esta entrevista el profesor Reza Aslan da una lección contra el prejuicio y la visión estereotipada del otro. En particular, nos enseña a formarnos una opinión crítica del Islam, pero no basada en el prejuicio.


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