El diccionario define ditirambo como la alabanza exagerada, el encomio
excesivo.
Eso es exactamente lo que predomina en los medios de comunicación en
Colombia. Veamos dos ejemplos recientes:
Daniel Coronell debate con Pascual Gaviria sobre la suerte corrida por
una deportista vinculada a Empresas Públicas de Medellín, Zorobabelia Córdoba.
Gaviria “olvidó” mencionar que su padre había sido el gerente de las
Empresas Públicas de Medellín cuando ocurrieron los hechos que ahora se discuten, Coronell se lo recuerda y para suavizar su
afirmación se viene con esta perla: “Reitero el respeto intelectual que tengo
por Pascual Gaviria. Uno de los mejores
columnistas de Colombia y el mejor de su familia.”
En un artículo en Arcadia
sobre un posible plagio de José Manuel Palacios a una obra de Alberto Salcedo
Ramos, El oro y la oscuridad, una
crónica sobre la vida de Pambelé, Marianne Ponsford en un principio se muestra crítica con la
posición caprichosa de Salcedo y para “hacer lo correcto” decide calificar al
escritor de marras como un “cronista extraordinario” y “deslumbrante”.
Aquí quedan retratadas la retórica, el disparate y la hipocresía que caracterizan la discusión en los medios colombianos.
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