Álvaro Lobo U.
La insatisfacción creada por el divorcio entre
crecimiento económico y progreso social
condujo a la creación de teorías que explicaran de forma más adecuada la situación de atraso y pobreza de las
sociedades, bosquejaran una visión
humana del desarrollo y brindaran estrategias
relevantes enfocadas a mejorar las vidas de las personas y no solo estimularan el crecimiento de los indicadores económicos.[i]
El debate partió de una fuerte crítica a la teoría económica por
su visión reduccionista del hombre—el homo economicus—. La célebre tesis de
Edgeworth, forjador de los cimientos de la teoría neoclásica, “el primer principio de la Economía es que
cada agente está movido solo por su propio interés”,[ii] supone al ser humano como un maximizador de
utilidad, quien concibe a los otros como
medios y al mundo como una fuente de recursos para obtener utilidad. Es la concepción del hombre como un
egoísta atroz[iii].
El sujeto supuestamente actúa de forma racional
y realiza elecciones que optimizan
su utilidad y en cualquier circunstancia mantiene consistencia interna,
de modo que su elección será siempre la misma y no entrará en su consideración
la situación de los demás. El agente concebido así es un
perfecto y consistente ganador. Nunca cambiará su elección a pesar de la poca
información con que cuenta. Choca a nuestra intuición percibir al hombre de
esta forma, alejado de toda razón práctica. Esta descripción
llevó a Amartya Sen a definir a tal
sujeto como un tonto racional.[iv] Por su parte, Hirschman sostuvo que: “La
economía, en cuanto ciencia del comportamiento humano, se ha basado en un
postulado extraordinariamente parsimonioso: el del individuo aislado y centrado
en sus propios intereses, quien libre y racionalmente escoge entre diversas
alternativas de acción, luego de sopesar sus presuntos costos y beneficios.”.[v]
Sen[vi] se propuso crear un
enfoque que introdujera a la teoría de la elección racional[vii] elementos de carácter social y de justicia, por cuanto
partió de la base de que las personas razonan no solo en virtud de la utilidad
sino de la justicia y, además, tienen intereses, valores y juicios distintos. Considera que las personas reflexionan sobre
sus preferencias—las metapreferencias—[viii] de forma crítica, no se guían solo por su interés propio y no están cautivas en un universo simple.
Por el contrario, las elecciones de las
personas son críticamente examinadas[ix]. Esto supone que la
naturaleza humana es perfectible, pueden
invocarse razones dirigidas a justificar
la elección que se realiza, y estas deben
ser objeto de escrutinio. En tal sentido,
esta forma de razonar “es más rigurosa que el seguimiento de la simple
fórmula de la maximización del interés propio.”.[x]
La visión de Sen critica de manera aguda la preocupación exclusiva por el mejoramiento de
los objetos inanimados—por ejemplo, el producto interno bruto—en vez de los indicadores de bienestar, libertad y calidad de vida. Se
da más importancia a los medios que a los fines. De modo que el ingreso, la
riqueza y la opulencia ocupan un lugar central y no son considerados en cuanto
recurso para que las gentes vivan vidas libres, prolongadas, saludables y
dignas, verdaderas finalidades de la existencia. Su teoría entraña una
concepción de la vida buena,[xi]es decir, las múltiples
formas en que las personas conciben, persiguen y alcanzan su bienestar, acorde
con la valoración de su vida. Esa
capacidad de valorar la existencia fundamenta
la idea del ser humano como sujeto moral. Y su posibilidad de discernir y alcanzar sus metas, determinan
su capacidad de agencia.[xii] Sen entiende el
desarrollo como libertad y, esta, como independencia de elección social; así,
quedan unidas la ética y la economía.
El fundamento de Sen es su teoría de las capacidades.
Estas se “refieren a las diversas combinaciones de funciones que puede lograr
la persona. Por lo tanto, la capacidad
es un tipo de libertad: la libertad fundamental de conseguir distintas
combinaciones de funciones (o en términos menos formales, la libertad de lograr
diferentes estilos de vida).”.[xiii] Y las funciones se
entienden como un logro específico de
una persona: lo que es o hace. Las
funciones no son los bienes, los
recursos ni la utilidad. “…Pueden ir desde lo elemental, como comer bien y no
padecer enfermedades evitables, hasta
actividades o estados personales muy complejos, como ser capaz de participar en
la vida de la comunidad y respetarse a sí mismo.”.[xiv] La realización de las
funciones representa la plenitud de la
vida buena. Por ello, el conjunto de las funciones elegidas por la persona constituye su capacidad. “Una persona que
pasa hambre y otra que ayuna tienen el mismo tipo de funcionamiento en lo que
respecta a su nutrición, pero no disponen de la misma capacidad, pues la que
ayuna es capaz de no ayunar, mientras la hambrienta lo es porque no tiene
elección.”.[xv]
La capacidad es, en
realidad, la libertad de la persona de escoger su vida, es la que permite a la
persona gobernar su existencia. Se
entiende la libertad en su aspecto positivo,
es decir, la posibilidad de autodeterminación, el deseo del individuo de ser su
propio arquitecto y actuar según sus propios criterios.
En una democracia auténtica los gobiernos se enfocan en la promoción de las capacidades, y no de las
funciones, porque así impulsan la
expansión de la libertad humana. Eventualmente
podría llegar a promoverse una función
particular sin que la capacidad
se desarrolle y allí habría una falla
moral porque se restringirían las posibilidades de elección del sujeto. “Existe una diferencia moral enorme entre una
política que promueve la salud y otra que promueve las capacidades en materia
de salud: La segunda (y no la primera) es la que verdaderamente respeta la
elección del estilo de vida de la persona.”.[xvi]
Al estar ligada a la libertad sustantiva, la capacidad
juega un papel crucial en la habilidad real de la persona de hacer las cosas
que valora. El enfoque de las capacidades se orienta a las personas y no a los
recursos. Por eso la riqueza no es vista como una manera correcta de establecer
las ventajas ni juzgar el éxito humano: no es algo que tenga un valor en sí misma.[xvii]
Sen no se inclina por
unas capacidades específicas y, en ese punto, se establece una tensión con
Martha Nussbaum. Esta se orienta hacia una
aproximación a la evaluación de la calidad de vida y a la teorización sobre la justicia social.
Mientras Sen se basa en la libertad, aquella
lo sustenta en la dignidad humana
y se decide por establecer diez
capacidades básicas que los ciudadanos deben disfrutar para tener una vida
digna.[xviii] Sen no admite la lista única de capacidades propuesta
por Nussbaum porque es creada por fuera del escrutinio y de la participación de
los afectados: esto iría en contra de la base
del enfoque, que es la libertad.[xix]
No se pretende aquí hacer una reconstrucción del
enfoque de las capacidades. El propósito solo consiste en sortear de algún modo
el economicismo que domina la reflexión sobre el desarrollo y hace de él un territorio
hostil a otras miradas. Se continúa
confiando en que el crecimiento, tarde o temprano, impactará en la sociedad de
forma positiva.
Es indispensable insistir en el enfoque de las
capacidades por cuanto en él los seres humanos son considerados como finalidades,
y si el objeto es la promoción de la riqueza de la vida humana,
existen razones suficientes que conducen a
enfatizar en este propósito y no en los medios—la economía—, que es un
camino inseguro, tortuoso, incierto y
pleno de injusticia.
A pesar de la fertilidad mostrada por la teoría de Sen y su enorme influencia en los debates,
continúa siendo mínima su incidencia en los programas gubernamentales— ya se señalaron
las consecuencias que esto tiene en la evolución de las personas y de las
sociedades—. Si bien desde 1990 el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo realiza de forma anual el
Informe sobre Desarrollo Humano, su
cálculo es todavía una aproximación remota a la medición de las capacidades. De
hecho, estas son inobservables puesto que no se cuenta con toda la
información a la hora de evaluar la libertad humana. Quizá las capacidades no
puedan aún ser medidas de forma directa.
No obstante, hay un enorme avance institucional en pos
de una mejor comprensión del enfoque. Por ahora el PIB continúa siendo utilizado de forma
directa en la elaboración del Informe.[xx] La Comisión de la
Medición del Desarrollo Económico y del Progreso Social—presidida por Joseph E. Stiglitz, con la participación de
Amartya Sen— estudió los límites del PIB como indicador de los resultados
económicos y sociales, reexaminó los problemas relativos a la medición,
identificó datos adicionales que podrían ser necesarios para obtener
indicadores sociales más pertinentes,
evaluó la viabilidad de nuevos instrumentos de medición y debatió sobre una
presentación adecuada de datos estadísticos. Si sus recomendaciones se llevaran a la
práctica como se espera, se producirían sin duda transformaciones
significativas. El informe establece claramente que este indicador mide solo la producción mercantil (expresada
en unidades monetarias) y en eso radica su utilidad. Se usa como si fuera una
medida del bienestar económico. La confusión entre ambos conceptos conduce a
percepciones erróneas sobre el bienestar de la población e induce a decisiones
equivocadas.[xxi]
Por otra parte, los gobiernos continúan, en lo
fundamental, prisioneros del fetichismo del PIB. Definen sus políticas
persiguiendo un mayor crecimiento, en lugar de centrarse directamente en los factores
que enriquecen la vida humana. Como se concibe al capitalismo siempre
creciendo, el indicador debe crecer y, si no lo hace o disminuye, existirá un
grave problema. Esta idea es un mito. Posiblemente algunos países necesitarán crecer. Otros (los altamente
desarrollados) requieran un menor crecimiento—o incluso no crecer— porque los miembros de la sociedad hayan alcanzado un estándar elevado que haga surgir en ellos el deseo y la esperanza de los valores de la vida buena. Keynes creía y esperaba
firmemente que se diera un término al crecimiento, un momento en el que los
deseos materiales fueran satisfechos de forma definitiva.[xxii]
Es el momento de
dar un giro y definir que la responsabilidad del Estado consiste en asegurar
intervenciones significativas que provean de libertad a los ciudadanos. Es tiempo
de citar ampliamente a Sen:
Estoy
a favor de un nuevo mundo, no de un nuevo capitalismo. ¿Qué quiere decir eso?
¡Por qué no nuevo socialismo, con mucho más mercado! Vivimos en un mundo
multiinstitucional. Nadie lo explicó mejor que Adam Smith. A veces se le
considera el padre de la economía de mercado, pero sostuvo que el Estado debe
proporcionar una educación pública, dar ayuda a los pobres… En La riqueza de las naciones explica que
la intervención del Estado a favor de los pobres es casi siempre buena y
productiva, pero que ¡mira por dónde!
La mayoría de las intervenciones se hacen a favor de los ricos y son
improductivas. Es un contrasentido.[xxiii]
El futuro de Latinoamérica penderá críticamente de varios asuntos. Continúa
siendo significativa su dependencia del
sector externo. Su especialización
histórica en la producción de materias primas hacia los mercados industrializados, tendencia
acentuada en los últimos años que condujo
al desmantelamiento de la industria y
parte de la agricultura, la hace más vulnerable a las fluctuaciones del
mercado mundial. Esta es una situación que podría mitigar en parte
desarrollando su mercado interno por la vía de la integración regional—proceso
que históricamente fue una debilidad—. El
atraso tecnológico y la inexistente
inversión en investigación de altas tecnologías perpetúan la dependencia. Por tanto,
es de esperar que en este campo se concentren esfuerzos significativos, así
como en el área educativa. Quizá la principal
asignatura pendiente sea superar
los escandalosos índices de inequidad.
Es un imperativo moral reducir los niveles de desigualdad porque ella, en sí misma,
es la fuente de atraso en el avance de las capacidades de las personas.
El sistema neoliberal vigente impone severas
restricciones a la búsqueda de soluciones propias. No obstante, es preciso fijar
nuevos criterios porque no todos los elementos
de la órbita social pueden estar determinados
por el mercado. La calidad del empleo registra un deterioro notable. La
informalidad continúa en niveles elevados. Esta situación, unida a los déficits
de educación, salud, seguridad ciudadana
y al desmonte del limitadísimo estado de bienestar que se había creado hasta
los años ochenta, se convierte en la
práctica en una restricción absoluta a las capacidades de las personas, al
desarrollo humano y al fortalecimiento de la democracia.
Ahora la región es gobernada con políticas concebidas y elaboradas en los centros de pensamiento vinculados a la ideología de las
instituciones financieras multilaterales que no guardan correspondencia con nuestras
realidades y no resuelven los anhelos de la sociedad de una
vida mejor. Los territorios se suponen homogéneos y se aplican las mismas
recetas. En tanto nuestros países continúen guiándose mansamente por la
ideología neoliberal, permanezcan bajo la tutela del FMI y del BM y no reflexionen de forma original sobre su
propio destino, continuará América Latina siendo un alfil sin albedrío.[xxiv]
[i] “Vivimos
en una era dominada por el afán de lucro y por la preocupación por los logros
económicos nacionales. Pero el crecimiento económico, aun siendo un elemento de
una política pública sensata, no es más que una parte y un elemento de esta.
Son las personas quienes importan en última instancia; los beneficios
económicos constituyen solamente medios instrumentales para las vidas humanas,
que son sus fines.” Sen, A. (1985) ¿Cuál es el camino del desarrollo?
Comercio Exterior vol. 35 núm. 10, México, octubre 1985 pp. 939-949.
[ii]
Citado por Amartya Sen en: Los tontos
racionales: una crítica de los fundamentos conductistas de la teoría económica.
P. 172.
[iii]
Ver excelente estudio de Andrés Eduardo Saldarriaga Madrigal. El sujeto activo: Antropología política en
Amartya Sen Eidos: Revista de Filosofía de la Universidad del Norte, núm.
13, julio-diciembre, 2010, pp. 54-75, Universidad del Norte. Colombia.
[iv]
Ibídem, p. 172.
[v] Hirschman, A. (1985) En contra de la parsimonia: Tres formas fáciles para complicar algunas
categorías del discurso económico. p.
2. Estudios de CEIPLAN.
[vi]
Algunas de las obras sobre este tema son las siguientes. Desarrollo y Libertad y La idea
de la justicia.
[vii]
La teoría de la elección racional pretende modelar el comportamiento social y
económico. Es la corriente teórica dominante en la microeconomía y supone que
el agente tiende a maximizar su utilidad
y a reducir los costos o los riesgos.
[viii]
En este aspecto coincide con la visión de Hirschman: “Los hombres tienen la habilidad de “tomar distancia” de
sus deseos, de sus preferencias y de su voluntad “revelada”; de preguntarse a
sí mismos si realmente desean tales deseos y prefieren tales preferencias y,
consecuentemente, de formar metapreferencias que pueden diferir de sus
preferencias. No debe sorprender que el primero que haya formulado esto así
fuera un filósofo, Harry Frankfurt (1971). Él sostuvo que esta habilidad de
“tomar distancia” es única y propia de los humanos, si bien no está presente en
todos ellos.”. Ibídem. p.4.
[ix]
“En síntesis, el individuo de Sen es aquel que utiliza sistemáticamente la
razón y el escrutinio razonado para realizar sus juicios, así como también para
realizar sus elecciones y tomar sus decisiones. Aunque es racional, es
diferente al individuo considerado por la teoría de la elección racional,
principalmente porque tiene una diversidad de motivos que van más allá del
interés propio.” Pico, A (2012) La noción
de justicia en Adam Smith y Amartya Sen. Tesis de grado Universidad
Nacional de Colombia.
[x]
Sen, A. (2011) La idea de justicia p.
215 Taurus.
[xi] La vida buena es un concepto que proviene de
la ética aristotélica y hace referencia a la verdadera felicidad o el sumo
bien. Es algo que se busca como finalidad en sí misma y no como instrumento.
[xii]
A la posibilidad de elegir y lograr las propias metas y valores se le designa
como capacidad de agencia. Para adquirir la condición de ciudadana plena en una
sociedad democrática, las personas deben contar con capacidad de agencia.
Posas, M (2010) Ciudadanía y desarrollo
humano, Cuadernos de Desarrollo Humano No. 2 PNUD.
[xiii]
Sen, A, (2000) Desarrollo y Libertad
p. 100 Planeta.
[xiv]
Ibídem p. 99.
[xv]
Nussbaum, M. (2012) Crear capacidades
p. 45. Paidós.
[xvi]
Ibídem p. 45.
[xvii] “Para este
enfoque es definitiva la caracterización funcional de los recursos económicos
en pos de la realización de oportunidades, tal como la presenta Aristóteles en
la Ética Nicomáquea: « […] la vida de negocios [destinada a hacer dinero], es
algo violento [es en sí algo forzado, artificial] y es evidente que la riqueza
no es el bien que buscamos, pues es útil en orden a otro [es un medio para un
fin]». Andrés Eduardo Saldarriaga Madrigal. El sujeto activo: Antropología
política en Amartya Sen Eidos: Revista de Filosofía de la Universidad del
Norte, núm. 13, julio-diciembre, 2010, pp. 54-75, Universidad del Norte.
Colombia.
[xviii]
Capacidades básicas del desarrollo:
1)
Vida
Toda
persona debería ser capaz de llevar una vida de una duración normal.
2)
Salud corporal
Tener
adecuadas condiciones de salud, alimentación y vivienda.
3)
Integridad corporal
Gozar
de libertad de movimientos y seguridad.
4)
Sentidos, imaginación y pensamiento
Recibir
una educación que permita desarrollar estas capacidades y un ambiente de
libertad para manifestar gustos y creencias.
5)
Emociones
Capacidad
de amar, de estar agradecido en las diversas formas de asociación humana.
6)
Razón práctica
Ser
capaz de formular una concepción del bien y un plan de vida.
7)
Afiliación
Capacidad
de vivir con otros, de establecer relaciones sociales, de ser respetado y no
discriminado.
8)
Otras especies
Ser
capaz de respetar a los animales, las plantas y demás especies del mundo
natural.
9)
Juego
Ser
capaz de jugar y reír.
10)
Control sobre el propio ambiente
Gozar
de oportunidades de participación política, derechos de propiedad y del
trabajo.
Nussbaum,
M (2012) Las fronteras de la justicia p. 88 Paidós.
[xix]
Urquijo, M. (2007), El enfoque de las
capacidades de Amartya Sen: Alcances y límites. Tesis de grado. Universitat
de Valencia.
[xx]
“El informe emitido por la Comisión Internacional para la Medición del
Desempeño Económico y el Progreso Social
hizo hincapié en que el PIB no es una buena medida para mostrar cuán
bien se desempeña la economía. Los informes del Censo de Estados Unidos y del
PNUD nos recuerdan la importancia de esta percepción. Ya se ha sacrificado
demasiado en el altar del fetichismo del PIB”. Joseph Stiglitz La edad
de la vulnerabilidad 18 OCT 2014. EL
ESPECTADOR.
[xxi]
A este respecto, se sugiere la lectura del informe disponible en múltiples sitios en la web con
el título Informe de la Comisión sobre la Medición del Desarrollo Económico y del
Progreso Social. Entre otros sitios, se puede hallar aquí: http://laeditorialpi.blogspot.com/2014/11/el-pib-no-es-una-medida-del-bienestar.html.
[xxii] Skidelsky, R
y Skidelsky E (2012) ¿Cuánto
es suficiente? p. 144. Crítica.
[xxiii]
Entrevista con Amartya SEN publicada en PHILOSOPHIE MAGAZINE, nº 44,
noviembre
de 2010, pp. 58-63. [Trad. R.A.]
[xxiv]
Gabriel García Márquez. La soledad de
América Latina, discurso de aceptación del Premio Nobel. 1982.
1 comentario:
Politica neolibreal,capitalismo voraz e inequidad
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