Cada 16 de junio los escasos lectores de Ulises recuerdan algunas de las “aventuras” de Leopoldo Bloom por las calles
de Dublín y, en especial, el
maravilloso monólogo de Molly Bloom. Por lo menos, este lector, recuerda ese día alguno
de los episodios de la novela y dedica unos
instantes a la memoria del gran irlandés James Joyce.
Ulises pasó a la historia acaso como un libro citado y poco leído.
También es la novela con mayores interpretaciones y lecturas disparatadas de semiólogos,
psicoanalistas y toda clase de especuladores, algunas de ellas alentadas por el propio Joyce para burlarse de los críticos.
Ante tanta arrogancia intelectual, muchos corren despavoridos y
se privan de una gran obra que solo exige un lector atento y dispuesto a disfrutar las sucesos
de un protagonista muy parecido al lector corriente. A esta conclusión se
llega después de fracasar una y mil veces con las recetas propuestas por los especialistas
para descifrar la novela. Bien se sabe que La literatura es para el disfrute y no para el sufrimiento humano.
El libro fue publicado originalmente en París en 1922 y en español solo apareció la primera traducción en 1945, realizada por un agente de seguros de
la calle Corrientes de Buenos Aires: José Salas Subirat. Esta versión fue leída por varios de los escritores que luego crearían el fenómeno del Boom
latinoamericano.
En los años setenta apareció en España una nueva traducción, con la firma
de José María Valverde en la editorial Tusquets.
En 1999 surgió una nueva y en apariencia definitiva traducción de Francisco García
Tortosa, con una extraordinaria introducción. En ella nos advierte
que nos olvidemos de las guías y de la crítica y entremos directamente a la obra.
Ningún lector sigue esta recomendación. Aquí pretendemos invitar a los
improbables lectores de esta nota a disfrutar la lectura inocente de Ulises.
En marzo de 2015 apareció en Buenos Aires otra traducción de la obra. Esta vez con la firma de Marcelo Zabaloy y la colaboración de Edgardo Russo, del sello Cuenco de plata. De nuevo se promete que esta será la traducción definitiva. Sin embargo, ahora se anuncia la aparición de una nueva traducción en Argentina, del académico Rolando Costa Picazo
En marzo de 2015 apareció en Buenos Aires otra traducción de la obra. Esta vez con la firma de Marcelo Zabaloy y la colaboración de Edgardo Russo, del sello Cuenco de plata. De nuevo se promete que esta será la traducción definitiva. Sin embargo, ahora se anuncia la aparición de una nueva traducción en Argentina, del académico Rolando Costa Picazo
No hay comentarios:
Publicar un comentario