jueves, 8 de noviembre de 2012

LA ANTESALA DEL OLVIDO



El autor, José Raúl Jaramillo Restrepo, nació en Armenia, Quindío -Colombia- en 1944. Abogado. Cofundador y egresado de la Universidad Autónoma Latinoamericana -Medellín-.

Ha publicado:

Textos breves -Ediciones La Balsa- Medellín (2001); Microrrelatos -Cuadernos de Minificción- Calarcá, Quindío (2006); Textos para el olvido -Cuadernos Negros- Calarcá, Quindío (2009).

El libro que hoy presentamos, La Antesala del olvido, editado por Tragaluz Editores -Medellín (2010), fue ilustrado por Elkin Obregón Sanín.


El escritor Umberto Senegal saludó con las siguientes palabras la aparición de esta obra:


“…Minificciones sutiles en su temática, de impecable pureza idiomática y minuciosa elipsis que demuestran su hábil, paciente y depurado manejo de la fractalidad, la fugacidad y la tensión al elaborar cada minicuento... Los microrrelatos que componen este libro, donde el ser humano se encuentra diseccionado en sus temores y codicias, en sus sueños y pesadillas dentro de una sociedad igual de descompuesta, reúne las cualidades formales que el narrador norteamericano Paul Theroux, maestro de la ficción súbita, señala para el género: Minuciosamente pensado en sus efectos, su distribución y su duración”.

La siguiente es una muestra de relatos tomados de La antesala del olvido.

Amanecer
Una pierna envuelta en una gran bota roja adornada
con algo que semejaba la nieve, quedó estorbando
en  la esquina después de las alegres celebraciones
de la noche navideña.

Atisbos
Por los postigos apenas insinuados por leves  líneas
de pintura en las ventanas, solo se asomaban los
fantasmas, sempiternos habitantes de la casa.

Baile
Los ojos de un ciego de nacimiento fueron los más
alegres que observó en el concurrido baile de máscaras.

Trifulca
En medio de la pelea entre animales de la más diversa
pelambre, el más feroz de entre ellos levantó
su hocico ensangrentado y aulló: ¡Qué envidia!
¡Parecemos rapsodas!

Inmortal
Cuando se enteró de que le había sido concedida la inmortalidad, enfrentó a los dioses con tono de airado reclamo. 
Desde la oquedad lo fulminó un rayo.




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