miércoles, 11 de julio de 2012

¿POR QUÉ ESCRIBIR?

Por Álvaro Lobo

Los escritores se confiesan

Al leer ensayos de escritores consagrados sobre el oficio de escribir o cuando leemos sus declaraciones sobre el asunto en los diarios, los lectores comunes y corrientes solemos entrar en un estado de excitación. Pensamos que nos será revelada una gran verdad sobre las razones que llevan a los creadores literarios a escribir sus obras.

Los hacedores de nuevos mundos como Shakespeare, Tolstoi, Cervantes o James Joyce se conformaron con escribir sus obras. Los escritores de la medianía se apresuran a forjar toda suerte de teorías de cómo operan en ellos los mecanismos de la creación literaria y por qué se decidieron por la escritura. 

El diario El País de España presentó hace poco tiempo un amplio informe sobre las razones que llevan a los escritores a dedicar sus vidas al oficio de escribir. Entrevistó a un amplio número de autores al uso, incluyendo, cómo no, a laureados con el premio Nobel. 

Las respuestas que dieron son también una muestra de su creatividad, pero poco nos dicen del misterio que esperábamos nos fuera revelado.

En sus opiniones algunos escritores mostraron mucho ingenio. El ya difunto Carlos Fuentes respondió a la pregunta ¿Por qué escribe? con otra pregunta ¿Por qué respiro? 

Otros respondieron con menos ingenio y con teorías “intelectuales”: Escribo para no morir, porque me comunico mejor con mis manos que con mi lengua. Escribo para ser otro, para crear una nueva realidad, etc. El lector curioso podrá leer las respuestas más diversas en el mencionado diario. 

Quizá, de todos ellos, Umberto Eco fue quien dio en el clavo con su respuesta: escribo porque me gusta. 

Los escritores son líderes culturales que reverenciamos. Esperamos de ellos respuestas profundas porque los vemos en cierta forma como seres iluminados. Ellos al mismo tiempo esperan darnos respuestas definitivas, cargadas de fuerza espiritual, alejadas de la inmediatez que caracteriza al hombre corriente.

Sin embargo, las motivaciones que llevan a muchos a optar por el oficio tal vez sean en algunos casos menos sublimes de lo que estemos dispuestos a creer. 

Sesenta años atrás otro escritor, crítico del sistema estalinista y autor de la reconocida novela 1984, escribió un ensayo titulado Por qué escribo en el que por fin confiesa una de las razones que lo impulsó a dedicar su vida a la escritura: el egoísmo.

En efecto, George Orwell en su célebre ensayo narra las circunstancias de su vida que lo llevaron a convertirse en escritor. Nos dice que, aparte de la necesidad de ganarse la vida, hay una poderosa razón: “El egoísmo agudo. Deseo de parecer listo, de que hablen de uno, de ser recordado después de la muerte, resarcirse de los mayores que lo despreciaron a uno en la infancia, etc., etc. Es una falsedad pretender que no es éste un motivo de gran importancia.” 

Por ahora los complejos y delicados procesos de la creación seguirán siendo un misterio. Quizá convenga que siga siendo así.


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